La iluminación espiritual

El alma femenina ante la violencia

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; El alma femenina ante la violencia; Patrocinio Navarro

Las estudiantes en Nigeria

Está siendo noticia estos días el rapto salvaje, sin solución de momento, de más de doscientas estudiantes en Nigeria por un grupo de locos organizados y armados que tras este criminal atentado han marcado de por vida la existencia de estas niñas, cuyo destino no puede ser más incierto ni más trágico. Este es un ejemplo más del dolor y violencia que a diario se ejerce contra la mujer en este mundo al revés en que vivimos en que la mujer es considerada una mercancía, una esclava, un objeto de placer, una servidora, una amante. Todo, menos un ser igual a un hombre. Para quienes la desprecian, puede ser cualquier menos imprescindible, nada menos para que vengan al mundo los machistas, los inmorales, o simplemente los sin-principios.

Con ocasión del Día Internacional de la Mujer leí las declaraciones de la Sra. Kim Gandy, presidenta de NOW, Organización Nacional de Mujeres en los EEUU, recordando el dato escalofriante de que de los mil millones de personas que viven con menos de un dólar diario, dos tercios son mujeres. Y pide ayuda para terminar con la hambruna global, la pobreza, las guerras, y la violencia sexual sistemática y los crímenes contra mujeres y niños en todos los países. ¿Exagera acaso?

Acaban de condenar a siete años de prisión a dos jueces que habían aceptado dinero de dueños de cárceles privadas (cada vez más abundantes en EEUU debido a la crisis presupuestaria) por encarcelar a niñas menores de edad por asuntos igualmente menores.

¿Y no hemos visto reportajes donde las niñas son obligadas a convertirse en prostitutas de otros niños soldados igualmente obligados a alistarse en guerras fratricidas en África? ¿Y no hemos visto nunca un reclamo de paraísos sexuales en algún país del Extremo Oriente donde niñas de corta edad, y también niños, son obligados a prostituirse para solaz de turistas occidentales sin conciencia? Entre tanto, se sabe de niñas recién nacidas asesinadas o abandonas a su suerte en India por el hecho de haber nacido hembras.

¿Cómo tendríamos que decir basta a tanta atrocidad? No acabaríamos si tuviésemos que levantar acta notarial de la crueldad infinita ejercida contra el sexo femenino. Uno piensa si es que existen hombres en este mundo paridos por alguna clase de piedra en lugar de por una mujer y están por ello insensibilizados ante cualquiera de ellas.

La sangrienta ley de la Sharia permite hoy día matar a pedradas concienzudamente a las mujeres musulmanas con piedras ni demasiado grandes –para que no muera enseguida- ni demasiado pequeñas para que sean efectivas… Y de vez en cuando se cumple alguna sentencia. En el otro extremo del mundo, Ciudad Juárez se hizo tristemente famosa por dos razones: por las mafias de las drogas y por los asesinatos indiscriminados a mujeres.

Entre tanto es noticia casi diaria en España como en otros países europeos supuestamente modernos y civilizados la muerte violenta de alguna mujer por algún varón convertido en asesino: un monstruo al que cuidó y amó. Cría cuervos...

En Afganistán y en las zonas controladas por talibanes en territorio paquistaní se destrozan los colegios de niñas y se les impide estudiar, mientras la ablación del clítoris a niñas sigue siendo habitual en manos del fanatismo musulmán. Ambas cosas, o una de las dos, son frecuentes en la mayor parte de África.

Sin importar las edades, las religiones ni la condición social, ni cualquier otro aspecto, por encima de todas las fronteras del mundo el asesinato y la degradación de la mujer en casos como los señalados y parecidos son hechos cotidianos. Y lo peor es que año tras año no mejoran las cosas.

¡Cuánto ha costado a tantas de ellas que no se merecen la mitad de los varones el gozar tan solo en algunas partes del mundo de unos mínimos derechos personales, sociales y laborales que les permitan mirarse al espejo sin despreciarse a sí mismas!

Y sin embargo, el machismo de estas absurdas sociedades patriarcales no cesa de poner trabas de todo tipo a esos derechos que siempre concede a regañadientes tras mucho dolor femenino para conseguirlos. Eso sí: les permite ser militares, policías, jueces, y hasta presidentas de gobiernos incluso. O sea; se les permite formar parte del mismo sistema que las oprime y mata, y entonces se les dice: ¿Ven cómo se liberan ustedes? Sigan cumpliendo el guión.

Si no tuviéramos suficiente con el machismo de patronos, maridos, hijos varones, compañeros sentimentales, jueces, policías, embaucadores y explotadores de las mafias sexuales, también las iglesias tienen su parte. El catolicismo, que desde el apóstol Pablo comenzó a discriminar a la mujer, llegó tan lejos en la Edad Media que negó que tuviese alma, considerándola aliada del demonio para tentar a los hombres. Ahí estaba el episodio de Adán y Eva con la serpiente para confirmar su peligro. Aún hoy la Iglesia no consiente sacerdotisas, pero no pone obstáculo alguno en que sean criadas de los clérigos, y algunas algo más.

Ante tan poco halagüeño panorama no me explico cómo no se ha dado aún una auténtica revolución de la mujer. Con lo fácil que sería cerrar los fogones y las piernas mientras preparan un curso de psicología sobre los varones antes de darles libre acceso a sus vidas. Y mientras llega esto, que tardará, suscribo plenamente la llamada que hace la señora Kim Gandy desde los EEUU como lema del Día Internacional de la Mujer con estas palabras:

Mujeres y hombres unidos para terminar con la violencia contra mujeres y niñas.


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